jueves, 1 de mayo de 2014

La autoridad competente



El aniversario

Cada 23 de Febrero estamos de celebración. Para unos supone el triunfo de la democracia sobre el totalitarismo; para otros un acto heroico de un grupo de patriotas; los hay que piensan que es una chapuza propia de república bananera; hay para todos los gustos. Pero sobre todo es un día señalado para los chismosos, los  conspiranóicos y los miembros del periodismo-ficción. También habrá quien celebre su cumpleaños, aunque el pobre  ya habrá aprendido a contener su alegría ese día para no abrir unas heridas que me temo cicatrizarán nunca.

Este año, en su 33 cumpleaños la cosa está mas animada que de costumbre. Tenemos el revuelo que originó el falso documental del equipo de Salvados “Operación Palace” y la cascada de reacciones que ha generado el libro de Pilar Urbano “La Gran Desmemoria”. El primero lo disfrute y el segundo no lo he leído, (ni interés). En ambas propuestas se nos muestra una conspiración para llevar a cabo un golpe de estado dirigido, bien por las fuerzas políticas, bien por el Rey, al objeto de adelantarse a un golpe de estado real que hiciera volver una dictadura militar. Ambas propuestas no son nada descabelladas.... Ni tampoco originales.


Desde hace bastante tiempo el Coronel Amadeo Martínez Inglés viene acusando al Rey de estar detrás del golpe de estado del 23-F, de crear un golpe dirigido para ensalzar su figura, garantizar y legitimar su reinado. En cuanto a la idea de adelantarse a las tramas golpistas con un golpe de estado controlado tampoco es original y hay mucha prensa y ensayo publicada al respecto. Tampoco supone una novedad que los principales partidos políticos y hasta el Rey estuvieran barajando la posibilidad de echar a Suárez del gobierno y nombrar presidente a un militar en un hipotético gobierno de concentración nacional. A principios del año 81 estaba en boca de todos.





Otra cosa es el uso que se quiera hacer de ese material y la forma en la que se nos presenta. Me parece loable el trabajo realizado con  Operación Palace, porque entiendo que la democracia Española es lo suficiente madura como para afrontar uno de sus mayores tabús con sentido del humor (otra cosa es que a determinadas personas le escueza que se la cuelen, como fue el caso). Además, quedó claro durante su desarrollo el objetivo del experimento y se aclaró sobradamente que se trataba de una ficción.

Otra cosa es lo que se viene denominando periodismo-ficción, aquel que a partir de informaciones más o menos contrastadas y mucha imaginación nos vende una historia dirigida a nuestro lado más paranoico, que nos hace ver conspiraciones en todas partes y, más importante, nos hace comprar libros y periódicos. Contra ese tipo de periodismo está dirigido el programa de Évole.

Contra eso y contra el ocultismo que aún envuelve el 23-F. Y digo ocultismo porque no se tiene acceso a la información del sumario y juicio a los implicados, no porque el mismo sea fruto de una conspiración cuyo conocimiento pondría patas abajo el país y sus instituciones. Entiendo que ha pasado suficientemente tiempo para explicarlo claramente y demostrarlo con pruebas, a fin de dar por terminadas todas las fabulaciones al respecto.  

Antes de seguir: hay que leerse “Anatomía de un Instante” de Javier Cercas. Si lo vas a leer no sigas leyendo esto.

La operación Armada

Como expliqué en mi anterior entrada, a finales de 80 y principios del 81, España estaba al borde de un golpe de estado. El país estaba sufriendo una crisis devastadora y el gobierno, con su presidente a la cabeza, no atinaba a emprender acción alguna.  Todo el mundo quería expulsar a Suárez de la Moncloa, o se iba o lo echaban. Los servicios de inteligencia estaban al tanto de al menos cinco tramas golpistas, y lo que es más grave, la mayor parte del arco parlamentario se había dejado seducir ante la idea de un golpe de estado blando que facilitara un gobierno de concentración nacional para dar estabilidad política y económica al país, y poner freno a la matanza terrorista.

Ello no quiere decir que todo el mundo apoyara el golpe de estado, pero entre todos generaron el caldo de cultivo idóneo para la gestación del 23-F. En todo caso, lo más probable es que este u otro hubieran salido adelante, pues el malestar en el ejército era incontenible.

Esa era la idea del general Alfonso Armada: liderar un golpe de estado blando, un golpe democráticamente justificable que diera paz y estabilidad al país. Algo parecido a lo que había hecho el General de Gaulle en Francia en 1.958, que asumiendo el cargo de Jefe del Estado impidió un golpe de estado duro y dio origen a la V República Francesa, ganándose para siempre el título de Salvador de la Patria.

Sería un golpe blando porque se realizaría sin violencia y no se volvería a la situación preconstitucional. Una democracia limitada temporalmente liderada por un militar de prestigio para sacar a España de la agonía. Funcionó en Francia con De Gaulle, y funcionó en Roma con Julio César. Bueno, en Roma no resultó, pero la propia República preveía tal posibilidad en tiempos de crisis. Y a su imagen y semejanza, la República Galáctica eligió al  Senador Palpatin…… En fin, ya sabemos como terminaron ambas.



Lo cierto es que Armada se veía como el hombre idóneo para liderar el país, tenía la formación y la arrogancia necesarias, además de respetar el sistema democrático (véase aquí la incoherencia de plantear un golpe de estado para sostener la democracia). Contaba también con su ascendente sobre el Rey, que era la pieza clave del plan, y sobre el que creía ejercer una gran influencia (no en vano fue Secretario General de la Casa del Rey durante 17 años).    

Con esa convicción y moviéndose con la cautela propia de un intrigante palaciego fue sondeando a políticos, militares y notables, hasta el punto de que casi todo el mundo llegó al convencimiento de que era necesario dar un giro de timón y que el capitán que debía llevarlo a cabo era el general Armada.

El problema es que el debía aparecer como el salvador de la patria y la democracia y no como un golpista. Por ello no podía hacer el mismo el pronunciamiento; necesitaba un hombre de acción que asestara el golpe, convencido que una vez iniciado el Rey lo llamaría de forma inmediata para hacerse cargo de la situación, mediara con los golpistas y liderara un gobierno provisional.

El candidato elegido fue el teniente coronel Antonio Tejero, reputado golpista que ya había sido condenado de forma muy liviana en un intento anterior (Operación Galaxia) y que mostraba su disponibilidad para participar en otro en varios artículos publicados por El Alcázar.

Para contactar con Tejero y que este se sumara a la intriga se necesitaba un miliar que tuviera autoridad sobre él. Y quien mejor que el General Jaime Miláns del Boch, el más condecorado y admirado en el ejército, que a su vez estaba convencido de la necesidad del golpe.





Ya tenemos presentados a los tres protagonistas del golpe del 23-F. Y ya se puede entrever adelantar el principal motivo de su fracaso, y todo porque cada uno de los tres principales implicados tenía su propias motivaciones para participar en la trama. Cada uno tenía su propios objetivos y su propia idea de golpe de estado: Armada un golpe blando para liderar un gobierno que agrupara todos los partidos políticos (incluidos los comunistas); Tejero un golpe duro a la antigua, con un gobierno estrictamente militar que pusiera orden en el país y que tomara militarmente el País Vasco para terminar de una vez con ETA, una vuelta al modelo franquista; Y Miláns un gobierno también militar pero presidido por el Rey, cuya autoridad y legitimación no cuestiona.

Parece ser que estas discrepancias no salieron a la luz durante la gestación del golpe, ya fuera porque no quisieron desvelar sus cartas, ya porque lo dieron por sobreentendido, bien porque restringiendo la información había posibilidad de manipular e instrumentalizar a cada uno. Pero el mayor farol se lo marcó Armada al convencer a todo el mundo que el Rey estaba al tanto y apoyaba el golpe. A lo mejor hasta el propio Armada se lo creyó, o interpretó mal sus deseos.

Lo cierto es que una vez tomado el congreso por Tejero, a la espera de que se presentara la Autoridad Competente (según sus propias palabras), el Rey no llamó a Armada, y cuando este telefoneo a Zarzuela proponiendo ir a entrevistarse con el monarca se le negó el ofrecimiento. El secretario del Rey, sabino Fernández Campo receló de Armada y de la influencia que tenía sobre el Rey y le negó la entrevista que podía decidir el triunfo o el fracaso del golpe. Y es que la postura que adoptara el Rey era la clave, pues como militares le debían obediencia jerárquica como mando supremo de los tres ejércitos, y como pro-franquistas lo respetaban como sucesor elegido por Franco.



El Rey dijo no. Emitió un comunicado por televisión mostrando su apoyo a la democracia y frustró la intentona golpista. O casi, el Congreso continuaba tomado y el triunfo del golpe aún era posible. En un intento desesperado Armada toma la decisión de ir al Congreso para ofrecerse como mediador para hacer desistir a Tejero del secuestro de los congresistas y llegar a un pacto con las fuerzas políticas para que lo nombren presidente interino. En su entrevista con el teniente Coronel quedan patentes las desavenencias entre ambos y Tejero, que no quiere saber nada de gobiernos de concentración ni desiste en su actitud ni cumple las órdenes de Armada y Miláns. Solo tras comprobar que el Rey no está a favor de la intentona, que no cuenta con apoyo suficiente del Ejercito y que la autoridad competente no va a aparecer para tomar el mando, se da por terminado el secuestro.


El Elefante Blanco

Mucho se ha especulado sobre la identidad del llamado Elefante Blanco, la Autoridad Competente que debía presentarse en el Congreso para relevar a Tejero, liderar el alzamiento y asumir el gobierno que naciera del mismo; el que había gestado la trama. A mi modo de ver existen pocas dudas de que tal persona era el General Armada, por todo lo que se ha dicho. Decir que esa persona podría ser el Rey me parece una afirmación, no ya errónea, sino sensacionalista, apta para un gran titular. El Rey como mucho habría aceptado la posibilidad que le brindaba Armada como una forma temporal de afrontar la crisis, y seguro que se le pasó por la cabeza en algún momento. Pero nunca se hubiera expuesto a encabezar un golpe de estado que lo hubiera deslegitimado ante la ciudadanía y la comunidad internacional, precisamente ahora que durante el proceso de la Transición se iba olvidando su condición de delfín de Franco.

Lo que sí hizo el rey fue posicionarse contra el golpe, asumiendo un riesgo importante: que el ejército no lo acatara, que se sublevaran más capitanías generales siguiendo el ejemplo de Miláns en Valencia o bien pronunciamientos cuartelarios. Si ese hubiera sido el caso el golpe de estado podría haber triunfado, pero como un golpe duro, o podría haber paso lo mismo que en el alzamiento del 36, y en ambos casos el fin de la corona y el exilio.

El rey abatió al elefante blanco y fue felicitado. Luego le cogió el gusto a eso de matar elefantes, pero eso ya no estaba tan bien visto.

  
Lo que más me aterra de toda esta historia es que pese a los múltiples fallos de organización y la incompatibilidad de los implicados, es que el golpe de estado estuvo muy cerca de triunfar. Si la Acoraza Brunete hubiera tomado Madrid, si algún otro Capitán General hubiera sublevado una o varias regiones militares, si Tejero hubiera aceptado las órdenes de Miláns, si el Rey hubiera tenido esa entrevista con Armada, si unos cuantos cuarteles hubieran apoyado el golpe... Cualquiera de estas variables podría haber decantado el resultado final.

Por suerte no fue así, porque una vez iniciada una intentona golpista no puedes contenerla. Era complicado que el plan inicial triunfara, y muy probable que el resultado de la conspiración hubiera sido el contrario al esperado. De haber triunfado nos hubiéramos encontrado con una nueva dictadura militar a imagen y semejanza de la franquista, porque era lo conocido, la costumbre, porque era lo que querían los mandos del ejército que habían hecho carrera en el Franquismo. Y ese es el mayor reproche que hay que hacer a todos aquellos que vieron con buenos ojos la idea del golpe blando. Con esas cosas no se juega.


La trampa de la memoria


Casi todo el mundo recuerda haber visto en directo y por televisión la entrada de Tejero en el Congreso y el quieto todo el mundo famoso. Ese recuerdo es falso. Las imágenes se emitieron un día después. Solo se escuchó en directo por la radio. Todas las imágenes del congreso se grabaron pero en circuito cerrado. Si nuestra propia memoria nos engaña, ¿no lo harán otras personas interesadas en reinterpretar la historia a su gusto?.


El bigote de Tejero



La imagen que tenemos del golpe en la actualidad esta distorsionada. Un guardia civil con tricornio y bigote entrando en el congreso pistola en mano parece sacada de una película de Berlanga, como si entrara buscando algún congresista (o lideresa) que se ha dejado el coche en doble fila para pedirle los papeles del coche. Y creo la culpa de todo la tiene el bigote, un complemento hoy en desuso, solo utilizado por dictadores de Oriente Medio y por nuestro J.M. Aznar. Pero en aquella época era tendencia. No en vano la Real Sociedad ganó sus dos ligas entre el año 80 y el 82 con un grupo de ilustres bigotudos en sus filas. Y no hay que olvidarse del gran Freddy Mercury y Queen, que causaba furor con "The Game". 

Pobre bigote, es el único que merece algo de reconocimiento en esta triste historia.    


"domingo de guzmán lorca vera abogado","abogado murcia", "abogado murcia provincia","domingolorca", "abogados murcia" 

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