La Justicia se encuentra amenazada, arrinconada, menospreciada, ninguneada.
La aprobación de la ley de tasas judiciales, los proyectos para acabar con los colegios profesionales y con la figura del procurador, los de agrupación de partidos judiciales, las restricciones en materia de recursos, la aparición de nuevas figuras jurídicas como la desimputación, el linchamiento de jueces incómodos, unidas a la tradicional falta de medios económicos y de personal, ponen de manifiesto existe un interés manifiesto y sistemático en acabar con el poder judicial, o al menos de someterlo, domesticarlo.
Y con ello convivimos los profesionales del derecho: jueces, secretarios, funcionarios, fiscales, procuradores y abogados. Y cada uno en su ámbito intentamos que el sistema siga en marcha, que se pueda garantizar el derecho a una tutela judicial efectiva consagrado en el artículo 24 de la Constitución, que este todavía pueda ser invocado con solemnidad y no con una mueca irónica.
Según la clásica división de poderes propuesta por Montesquieu, un poder judicial independiente puede ser un freno eficaz para el poder ejecutivo. Bajo esta separación de poderes se constituye el Estado de Derecho, en el que los poderes públicos, como los ciudadanos, están sometidos al imperio de la Ley. Es este el encargado de hacer efectiva la idea del Derecho como elemento regulador de la vida social. Por ese mismo motivo es el más amenazado y atacado.
De ello también tiene que ser consciente el ciudadano, que no tiene que dar por perdido su derecho fundamental a una justicia justa. En el fondo todas estas medidas se encaminan a desalentar a quien necesita de ese amparo judicial, que estos culpen a jueces y abogados de su indefensión. Los jueces imparten justicia y los abogados defendemos los intereses de nuestros clientes, ambos queremos que el sistema funcione. Aquí, como en la novela negra, hay que usar la razón para descubrir al asesino, el móvil del crimen. Una pista: está en el párrafo precedente.
La frase de AND JUSTICE FOR ALL está sacada de la parte final del juramento a la bandera de los USA (eso de: Juro lealtad a la bandera de los EE.UU. de América y a la república que representa, una nación bajo el poder de Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos), pero evidentemente y visto el estado que presenta la diosa Iustitia en la portada, tampoco ellos están muy convencidos de la existencia de una JUSTICIA PARA TODOS. El estribillo de la canción dice: Se pierde la Justicia, se viola la Justicia, se va la Justicia.... Y al el título suena muy parecido a Injustice for all.
No es de las mejores canciones de Metallica, pero la puesta en escena de este concierto merece un vistazo:
Si nos atenemos a una definición ortodoxa la espada de doble filo que lleva la diosa Iustitia o Dama de la Justicia simboliza el poder de la razón y la justicia, que puede ser ejercida a favor o en contra de las partes. Una interpretación actual del símbolo me lleva a imaginarme esa espada como arma defensiva, necesaria para repeler los continuos ataques que la amenazan, para defender la balanza que porta en la otra mano.
Esperemos que salga victoriosa.
PS: Hace unos años, en unas jornadas sobre violencia de género, D. Andrés Carrillo (titular del instrucción 6 de Murcia) utilizó la misma portada de Metallica para rematar su magnífica conferencia sobre la aplicación de la ley contra la violencia de género en el juzgado de instrucción.